Toda precaución es poca para disfrutar del verano a lo grande. Por eso, hemos recopilado estos diez ‘tips’ a tener en cuenta para que no sufras ningún imprevisto durante tus vacaciones.
Mima tus ojos: la intensidad de la luz, el calor, el agua del mar o de la alberca, el sudor… y los dichosos lentes de sol que se te olvidan en casa una y otra vez. Todo estos factores hacen que tus ojos estén mucho más sensibles e irritados. Para poner remedio, lleva siempre contigo los lentes de sol para que te protejan de las radiaciones, del viento, del polvo… Eso sí, que sean de calidad.
Cuidado con el temido golpe de calor: al calor generado por nuestro organismo se suma el de las elevadas temperaturas ambientales. Exponerse a ellas sin agua, sin la debida protección y durante un tiempo prolongado puede suponer un serio peligro. Además de tomar las debidas precauciones (evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, cubrirse la cabeza, consumir abundantemente agua…), en caso de golpe de calor, hay que trasladar a la persona afectada a la sombra y tumbarla con la espalda recta y las piernas levantadas para favorecer la circulación y tratar de bajar la temperatura con paños húmedos.
Evita sudar sin control: notas las axilas húmedas, pero también las manos, los pies, la cara… La hiperhidrosis (una sudoración excesiva y patológica) afecta al 3% de la población. Trata de no sentirte acomplejada y acude al dermatólogo para que valore cuál es el tratamiento más adecuado en tu caso.
¡Muévete! El calor no sirve de excusa. Hacer ejercicio debe seguir formando parte de tu rutina diaria a pesar de las altas temperaturas. Eso sí, evita las horas centrales del día y anímate a practicar deportes acuáticos como natación, paddle surf, o correr o caminar por la arena.
Ojo con la tiranía del aire acondicionado en la oficina: Si tu mesa está justo debajo de la rendija del aire, los efectos del aire frío y seco pueden ser devastadores. ¿Te suena? Además, hace que se resequen las vías respiratorias, lo que provoca crisis de asma, tos, neumonía y otras infecciones respiratoria. Ten siempre a mano una prenda de abrigo y no dudes en ponértela a la primera sensación de frío.
Consigue un vientre plano: hay frutas y vegetales que tienen un poder anti inflamatorio casi mágico. Té verde, almendras, salmón, ajo, canela, granos integrales… si los incorporas a tu dieta habitual la inflamación será historia. Haz la prueba.
Reduce las piernas como globos: la causa es la mala circulación, muy frecuente en mujeres. Se trata de una insuficiencia venosa que impide que la sangre circule adecuadamente, lo que provoca la hinchazón e incluso la aparición de varices. La retención de líquidos también puede tener este efecto al final del día. Aunque no es un problema fácil de solucionar, sí hay algunas rutinas que puedes poner en práctica. Procura no estar mucho tiempo sentada: si no tienes más remedio, levántate cada hora y anda unos minutos para activar la circulación. En casa, mantén las piernas en alto y duerme con una almohada bajo los pies. El ejercicio suave, como caminar o nadar, te vendrá de perlas y, en cuanto a la dieta, toma frutas y verduras, controla la sal y bebe al menos dos litros de agua al día. Una ducha de agua fría en sentido ascendente y un masaje con un gel de efecto frío harán que te duelan menos.
Apuesta por los alimentos de temporada: las altas temperaturas y el cambio de actividad o de ritmo (para algunos, con motivo de sus vacaciones) hace que nuestro cuerpo tenga que adaptarse a la nueva situación. La alimentación y la hidratación pueden ser tus grandes aliadas para llevar a cabo esa adecuación con éxito, sobre todo si aprovechas los beneficios nutricionales de los alimentos de temporada. Melón, tomate, zanahoria, calabaza, ciruela y pepino son algunos de los alimentos que no deben faltar en tu despensa de verano.
Utliza bloqueador solar: no salgas al sol si antes proteger tu piel de los rayos UV. Recuerda que si no te cuidas ahora, en el futuro seguramente sufrirás de manchas y arrugas.
Protégete de infecciones en los oídos: cuidado con los chapuzones en la alberca o la playa sin tomar las precauciones necesarias. El agua, la humedad y las altas temperaturas hacen más probable que gérmenes y bacterias se instalen en nuestros oídos provocando infecciones. La molestia más frecuente es la otitis, una infección que produce una inflamación del conducto auditivo y que afecta tanto a niños como a adultos. Entre las prevenciones que puedes tomar, utiliza protectores de material flexible, ligero e hipoalergénico, no uses bastoncillos, mantén los oídos secos, entrar lentamente en el agua y ante la menor sospecha de infección o molestia, acude al médico para evitar que vaya a más.
Fuente www.mujerhoy.com/